La modernidad, un proyecto incompleto
Jürgen Habermas
1. Los antiguos y los modernos
El término moderno ha sido la base de las investigaciones de Hans Robert Jauss, pero la palabra “moderno” derivada de su forma latina “modernus” fue utilizada para nombrar al tiempo presente, en el siglo V.
De la misma manera, el término “moderno” apareció y reapareció en Europa , en aquellos periodos donde se formaba la conciencia de la nueva época renovada y en relación con los antiguos.
La idea que tenía la sociedad de ser o de mantenerse dentro de lo “moderno” era inspirada por el progreso de la ciencia y el avance del conocimiento , pero el lo moderno con el paso del tiempo será superado y quedará obsoleto cuando aparezca la siguiente novedad, aunque también lo que ahora es moderno puede pasar a ser algo clásico, teniendo que haber sido algo auténticamente moderno.
Para describir algo que ha desplazado a lo ahora antiguo se utiliza el termino “moderno”, como lo hemos visto previamente en la lectura de Habermas. Se utilizaba dicha palabra para nombrar los cambios y evoluciones de las ciencias, artes, conocimientos etc.
Mientras en el presente contamos con un “algo” moderno, pronto llegará otro “algo” aún más nuevo y renovado que será lo que lo superará y ocupará ahora el lugar de lo moderno, dejando a lo que anterior como algo “antiguo”; aunque si bien; lo que ahora se hace llamar antiguo tuvo en su época de moderno, una autentica modernidad, en lugar de pasar a ser “antiguo” quedará marcado como un “clásico”. Podemos definir a algo clásico sí al ser una novedad, es decir al ser lo moderno, realmente fue algo que causó admiración ante la sociedad, que sigue siendo “útil” ante ella, y que al ser reemplazada por lo “nuevo” no es totalmente reemplazada.
2. La disciplina de la modernidad estética
La modernidad estética se caracteriza por actitudes que encuentran un centro común en una conciencia cambiada del tiempo, dicha conciencia se expresa mediante metáforas de la vanguardia, se considera como invasora de un territorio desconocido conquistando un futuro todavía no ocurrente; esta anticipación de un futuro no definido y el culto de lo nuevo significan la exaltación del presente. La conciencia del tiempo nuevo expresa la experiencia de la movilidad en la sociedad, la aceleración en la historia y la discontinuidad en la vida cotidiana.
Las épocas individuales pierden sus fuerzas distintivas. La modernidad vive de la experiencia de rebelarse contra todo cuanto es normativo, es una forma de neutralizar las pautas de la moralidad y la utilidad. Walter Benjamin, inspirado en el espíritu del surrealismo, construye la relación modernidad-historia, podría llamarse una actitud posthistoricista. Benjamin piensa que el presente es un momento de revelación; un tiempo en el que están enredadas las esquirlas de una presencia mesiánica.
La cultura modernista ha llegado a penetrar los valores de la vida cotidiana; la vida del mundo está infectada por el modernismo, debido a su fuerza, el principio de desarrollo y expresión limitados de la personalidad han llegado a ser dominantes. Además la cultura modernista es totalmente compatible con la base moral de una conducta racional.
La cultura, en su forma moderna, incita el odio contra las convenciones y virtudes de la vida cotidiana, que ha llegado a racionalizarse bajo las presiones de los imperativos económicos y administrativos. Bell ve un renacimiento religioso como la única solución para que surgan normas que produzcan un estado de bienestar social.
Se dice que el impulso de modernidad está agotado, que quien se considere vanguardista ha leído su sentencia de muerte; aunque se considera a la vanguardia todavía en expansión, se supone que ya no es creativa. El modernismo es dominante pero está muerto.
Yo pienso que la modernidad es algo actual, que se mueve simplemente en la espesura de lo que existió anteriormente, que lo antecede, que puede reemplazarlo, mientras espera a ese “algo” que le sucederá.
3. Modernidad cultural y modernización de la sociedad
La solución que propone Bell para lograr que el modernismo restablezca la ética de la disciplina y el trabajo en la sociedad es la fe religiosa. Pero no resulta una buena idea, puesto que esto llevaría a un estado de autoritarismo, al igual que en el pasado. La idea de Bell llevó a un enfrentamiento, intelectual y político, en Alemania y Estados Unidos, con los portadores de la modernidad cultural.
Peter Steinfels, neoconservador, propone vincular una idea con su oposición y de esta manera descubrir su lógica. Habermas considera que esto no debería verse de esa forma tan psicológica que emplean los neoconservadores.
El modernismo cultural recibe la carga de la modernización capitalista que le otorga el neoconservadurismo. Pero esto solo difumina la relación entre la modernización social y el desarrollo cultural. La doctrina neoconservadora no revela las causas económicas y sociales que alteran las actitudes hacia el trabajo, el consumo, el éxito y el ocio. Sino que le atribuye a la cultura el hedonismo, la falta de identificación social y de obediencia, el narcisismo, la retirada de la posición social y la competencia por el éxito.
Si bien la cultura si interviene en la creación de dichos problemas, ya sea de manera muy indirecta y mediadora no es la total culpable como afirman los neoconservadores.
Habermas se refiere a la racionalidad comunicativa como algo que debe actuar junto con la transmisión de la cultura, la integración social y la socialización. Las normas de racionalidad económica y administrativa; normas distintas de las de la racionalidad comunicativa, son penetradas por una forma de modernización equivocada, generando protesta y descontento por parte de la sociedad. Las doctrinas neoconservadoras sólo desvían nuestra atención ante tales procesos sociales.
El neoconservadurismo no es la única doctrina que critica a la modernidad desde el punto de vista de su cultura, existen otras posiciones que piden una posmodernidad, o el regreso a la premodernidad y otras que de plano rechazan la modernidad.
4. El proyecto de la ilustración
La idea de modernidad va unida inminentemente al desarrollo del arte europeo, pero lo que denominó “el proyecto de modernidad” tan sólo se perfila cuando prescindimos de la habitual concentración del arte.
Max Weber caracterizaba la modernidad cultural como la separación de la razón sustantiva expresada por la religión y la metafísica en tres esferas autónomas que son la ciencia, la moralidad y el arte, que llegan a diferenciarse porque la visiones del mundo unificadas de la religión y la metafísica se separan.
El discurso científico, las teorías de la moralidad, la jurisprudencia y la producción y critica de arte podrían institucionalizarse. Cada dominio de la cultura se podía hacer corresponder con profesiones culturales dentro de las cuales los problemas se tratarían como preocupaciones de expertos especiales. Aparecen las estructuras de la racionalidad cognoscitiva- instrumental, moral-practica y estética-expresiva, cada una de estas bajo el control de los especialistas que parecen más dotados de lógica en aspectos concretos que otras personas.
Los pensadores de la ilustración con la mentalidad de un Condorcet aún tenían la extravagante expectativa de que las artes y las ciencias no sólo promoverían el control de las fuerzas naturales, sino también la comprensión del mundo, el progreso de la moral, la justicia de las instituciones e incluso de la felicidad de los seres humanos.
Es interesante el proyecto de modernidad que proponían los filósofos de la ilustración al hablar de dividir los dominios de la cultura en profesiones y especializarnos en ellas, aunque el resultado es que aumenta la distancia entre la cultura de los expertos y la del público en general, es un poco ilógico que en su proyecto sólo unos cuantos posean dicho conocimiento de la cultura y no obstante lo llamen proyecto de modernidad.
5. Los falsos programas de la negación de la cultura
A mediados del siglo XIX el arte ya no era un medio de representación, los medios de expresión y las técnicas de producción se convirtieron en el objeto estético. De esta manera podemos decir que a lo largo de la historia del arte moderno es posible detectar una tendencia hacia una autonomía cada vez mayor en la definición y la practica del arte.
Viendo el arte como algo mas profundo, logramos concluir que esta a evolucionado para percibirlo como un espejo critico que muestra la naturaleza irreconciliable de los mundos estéticos y sociales.
En las esferas del conocimiento teorético y la moralidad, existen paralelos a este intento fallido de lo que podríamos llamar la falsa negación de la cultura, solo que son menos pronunciados.
Como ha sucedido anteriormente a lo largo de nuestra historia, se ha hablado de la negación de la filosofía, así como, en este caso de la modernidad, sin embargo a pesar de que la modernidad en ciertos parámetros se perciba como “una causa perdida”, se pueden observar sus errores, aprender de ellos y tratar de impulsar con mas fuerza y objetivos mas claros este concepto.